El dismorfismo corporal, también llamado dismorfofobia, es el miedo del propio cuerpo y no solo a nivel estético sino también respecto al funcionamiento de un órgano. Pero es asociado frecuentemente a la estética, a la preocupación y convicción de tener uno o más defectos físicos que realmente no existen o que están decididamente sobrevalorados.
Cuidar el propio aspecto puede convertirse en una obsesión y esta búsqueda por la perfección la encontramos en mujeres y en hombres en igual medida.
La persona con este trastorno se preocupa por la forma, tamaño o cualquier otro aspecto de la cara o cuerpo como nariz, ojos, orejas, cejas, labios, dientes, pechos etc, al igual que en la preocupación por cicatrices, granos, arrugas, palidez o rojeces, pelo excesivo etc.
Se lamenta frecuentemente por su defecto o debido a la vergüenza que le ocasiona evita la mirada o hablar de ello, comentando su fealdad en general, evitando situaciones de contacto social y pasando muchas horas pensando y comprobando sus defectos.
Tratan de esconderlos o maquillarlos y tranquilizarse con los familiares y los expertos, o buscando obsesivamente información por internet. Algunas personas con este trastorno evitan los espejos y en casos más graves pueden llegar a desarrollar ideas referentes a que los demás ven sus defectos e interrumpir la relaciones sociales.
Es frecuente que se sometan a operaciones estéticas repetidas, con cada operación sienten la necesidad de corregir otras partes del cuerpo y nunca se encuentran satisfechos.
La Terapia Breve Estratégica se muestra eficaz contra este trastorno tan invalidante. El cambio en la manera de percibirse será posible interviniendo en la manera en que actúa el sujeto y dando pautas a su familia.
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El adolescente obsesionado con un defecto: la dismorfofobia.