El cuidado de nuestro cuerpo y la preocupación por la salud en algunas ocasiones puede convertirse en una obsesión de padecer una o varias enfermedades.
La persona que sufre de hipocondría, a través de la observación de ciertas señales de su cuerpo, deduce la enfermedad padecida, un día tiene la firme creencia de que unos granitos y la piel enrojecida es el inicio de un cáncer de piel, al día siguiente que un dolor abdominal es un tumor, otro día que su ritmo cardiaco denota un trastorno etc.
Los orígenes pueden estar en haber padecido una enfermedad, o haberla sufrido un familiar, o por el impacto de la noticia de la enfermedad de un desconocido, pero para que se desarrolle el trastorno hipocondriaco es necesario que tras el evento la persona busque su enfermedad, escuche constantemente a su organismo y trate de dar una explicación de anomalía a las señales que encuentra, preguntando a familiares sobre sus síntomas, informándose en internet, visitando a especialistas repetidamente, sometiéndose a pruebas médicas, todo con el objetivo de sentirse más tranquilo pero haciendo más sólida la creencia de estar enfermo.
En otras ocasiones nos encontramos con la fobia a padecer una enfermedad, también llamada patofobia, que se caracteriza por el miedo a poder contraer una determinada enfermedad, la persona experimenta terror ante las mínimas señales de su cuerpo, escapa de ellas e incluso evita acudir al médico aunque sea necesario.
Existe un tratamiento psicológico específico para ambos tipos de trastornos, la hipocondría y la patofobia, que supondrá recuperar el sano equilibrio con nuestro cuerpo.
Para conocer más del tema pueden consultar el siguiente artículo del blog:
¿Mama me voy a morir?, la ansiedad infantil asociada al miedo a las enfermedades.