Convierte tu muro en un peldaño.
Rainer Maria Rilke.

 

En la fobia a conducir nos podemos encontrar con un abanico de posibilidades que requieren tratamientos psicológicos diferentes: el miedo en general a coger el coche, el miedo específico a conducir de noche, en autovías o autopistas, el miedo orientado a un accidente, el miedo a perder el control conduciendo.

El tema que nos ocupa hoy es la fobia a conducir en autovías sin haber sufrido una experiencia traumática como un accidente.

Para quien nunca ha padecido ningún tipo de trastorno psicológico, ser incapaz de coger el coche cuando se tiene que ir por una autovía o autopista puede convertirse en un problema ingestionable, sobre todo si debe usar dichas vías de manera habitual para ir al trabajo o llevar a los niños al colegio.

Es frecuente que quién padece una fobia a conducir en carretera se desenvuelva al volante con total normalidad en el casco de la ciudad. En cambio padezca de una fobia específica a conducir en autovías o autopistas, a conducir de noche, a conducir lloviendo, a adelantar. Normalmente hay un antecedente de pérdida de control durante la conducción, la persona se ha sentido mal o ha tenido un ataque de pánico sin motivo aparente.

El malestar aparece cuando la persona piensa que tiene que conducir por autovías o mientras conduce, se manifiesta con una fuerte descarga fisiológica que puede estar formada por uno o varios síntomas: sensación de mareo, palpitaciones, sudor frío, temblor de piernas y/o manos, ganas de vomitar, etc.

En el fóbico existe una memoria visceral que mantiene constantemente activo las sensaciones de peligro vividas, activándose físicamente incluso cuando no está en la autovía. La persona anticipa la ansiedad siendo invadida por pensamientos catastróficos antes de conducir, como la posibilidad de tener un ataque de pánico y no poder parar el coche, o tener un accidente, o la posibilidad de matarse o que mueran sus familiares.

Pero sea cual sea la causa no mantiene la fobia, será crucial la manera en que actuemos tras el episodio de pánico, porque la experiencia nos dice que no todo el que ha sufrido un accidente o padecido un ataque de pánico al volante desarrolla esta fobia a conducir.

La persistencia de la fobia se debe a que la persona pone en práctica tres acciones para no sufrir: evitar conducir solo en autovía, pedir ayuda haciéndose acompañar por un familiar si no tiene más remedio que conducir, y tratar de controlar sus sensaciones físicas del miedo.

La mayoría de los casos de fobia a la autovía tratados con éxito evitaban relacionarse con personas que viven en el extrarradio, usaban caminos alternativos mucho más largos para llegar a su destino, rechazaban conducir solos por éstas vías, usaban el transporte público cuando debían alejarse, se inventaban mil escusas para no llevar a sus hijos a cumpleaños fuera de su barrio. En definitiva sus acciones limitaban sus vidas, y en los casos más severos la persona queda invalidada no pudiendo gestionar el miedo que se convierte en pánico.

Frente a la fobia a conducir en autovías el tratamiento psicológico mediante la Terapia Breve Estratégica es muy eficaz, la clave es interrumpir las acciones que se ponen en práctica repetidamente contra el miedo que no hacen más que alimentarlo, a través de una psicoterapia que incide en crear experiencias que le harán experimentar que su miedo es eliminado.

La técnica principal para hacer salir a la persona de la fobia será la peor fantasía, que consiste en imaginarse las peores cosas que podrían ocurrir obteniendo el efecto paradójico de anular el miedo. Consiste en aprender a tocar el miedo para hacerlo desaparecer. Sólo cuando la persona ha sentido en su piel este efecto se practica al volante, junto con otras técnicas que siguen la misma lógica del problema.

 

Para superar la fobia a conducir en autovías no es necesario una terapia larga focalizada en el razonamiento del sujeto, ya que los factores que alimentan el miedo patológico tienen que ver con conductas que sólo en parte hacen referencia al pensamiento consciente.

 

El miedo es un monstruo que inventamos nosotros mismos y que luego nos asusta y persigue. Si no existen límites para nuestra fantasía, tampoco los hay para nuestra capacidad de imaginar miedos. Sin embargo, precisamente porque es una construcción nuestra, podemos también destruir ese miedo patológico.

 

(Mas allá del miedo. Giorgio Nardone. 2003)

 

*Libro Recomendado: No hay noche que no vea el día. Giorgio Nardone. 2004.

 

Contenido no disponible.
Por favor, acepta las cookies haciendo clic en el aviso
Belén Silván Oró

Belén Silván Oró. Licenciada en Psicología. Colegiada nª M-12091.
Especialista en Terapia Breve Estratégica. Especialista en Intervención en Ansiedad y Estrés. Especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica. Experta en Hipnosis Ericksoniana. Experta en Neuropsicología Clínica y en Rehabilitación Neuropsicológica del Deterioro Cognitivo.

Usamos cookies propias y de terceros para mejorar tu experiencia y realizar tareas de analítica. Estas cookies están desactivadas hasta que las aceptes. Por favor, acepta nuestra política de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar