Trastornos depresivos
No se puede llegar al alba sino por el sendero de la noche. Khalil Gibran
La tristeza es una emoción básica en el ser humano, pero cuando el sufrimiento sobrepasa un cierto umbral nos adentramos en el trastorno depresivo.
La depresión se caracteriza por la rendición de la persona y la renuncia a sus actividades cotidianas, la experimentación de sentimientos de impotencia, la incapacidad de afrontar las situaciones, la dificultad de concentrarse, la sensibilidad extrema, las conductas de aislamiento y/o delega de responsabilidades. El deprimido se convierte en víctima.
La depresión es el efecto de diversos malestares, que se manifiesta de muchas formas como ideas negativas, miedo al futuro, sensación de que ocurrirá una desgracia, sensación de no estar a la altura de las circunstancias, incapacidad de adaptarse a un cambio, sentimientos de culpa no superados, consecuencia directa de haber sufrido un trauma.
La depresión suele enmascarar otro problema: una fobia, un trastorno obsesivo-compulsivo, un trauma, una paranoia, un trastorno sexual, una limitación, una experiencia vital desagradable, etc.
La intervención clínica para desbloquear el mecanismo depresivo se focaliza sobre la relación que la persona establece consigo misma, con los otros y con el mundo, es decir, sobre la modalidad que le ha llevado a asumir una posición de víctima y la actitud de renuncia.
Tomar el timón y salir del túnel para ver de nuevo la luz requiere además dar pautas precisas a los familiares, ya que la mayor parte de las veces son cómplices del problema.
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